Ser mujer en Venezuela es un gran reto, universalmente nos
vendemos como el país de mujeres bellas que ganan concursos y de las mujeres
luchadoras y si, es ineludible reconocer que ese 50.3% de mujeres que forma la sociedad venezolanas hay gran
diversidad de físicos y mentalidades.
A diferencia de otros países, como China, en la que las
mujeres aun en estos tiempos las mujeres viven una situación discriminatoria y
de presión social y familiar, en nuestro país surgen otro tipo de retos a las
mujeres, ya que socialmente y
políticamente estamos rompiendo con ciertos paradigmas que han roto con esa
visión machista que se tenía y que si bien nunca va a desaparecer podríamos
decir que ha disminuido enormemente.
El primer gran reto para nosotras es de autoestima, si no nos queremos a nosotras mismas, como
diablos pretenderemos querer a otra persona? Pero en Venezuela ese amor propio
está ligado no solo a aceptarnos con nuestras virtudes y defectos sino también
con nuestra apariencia principalmente.
Al salir a la calle a donde mires
veras una mujer bella, pero al hablar
con unas cuantas veras que muchas se han corregido la nariz, perfilado el
mentón, moldearon sus senos o dieron
forma a los glúteos o tienen aspiraciones de hacer alguna de estas acciones, y
es que la cirugía ha dejado de ser un privilegio de unos cuantos a ser tan
común que los doctores que la realizan se han vuelto millonarios y no precisamente
por gente pudiente, sino gracias a personas de la clase media.
Modificando alguna parte de nuestro
cuerpo, nuestra apariencia a nuestros ojos resulta más favorable y podemos
llegar a sentirnos más cómodas, quizás también más aceptadas ya que al salir a
la calle no solo hay mujeres bellas, sino también “explotadas”.
Las mujeres no solo luchan por
modificarse sino también por adquirir ropa zapatos y accesorios que estén a la
moda, pero en una ciudad como Caracas es muy difícil ser una diva. En la calle
no solo te topas con los hombres que en su vida han visto unas piernas con un
short o una falda, está también la condición tan peculiar de nuestras calles que
te impiden llevar a tacones a donde quieras y si deseas usar unas sandalias,
reza porque no llueva y te topes con la realidad del sistema de alcantarillas
de esta ciudad; si entras al metro es recomendable ir en ropa cómoda como si
fueras a un maratón y si tu intención es caminar por la calle con ropa zapatos
y prendas costosas como las protagonistas de Sex and the City es mejor que
lleves guardaespaldas.
Luego de resolver un sinfín de cosas que
ameritan verse como uno desea en este país, vamos a trabajar, a estudiar,
criamos a nuestros, cocinamos, tenemos pareja, mantenemos un hogar, luchamos
con la comida para tener el peso que deseamos y aparte nos esforzamos por tener
una buena foto de perfil en nuestras redes sociales.
El segundo gran reto es con la cultura
venezolana, por antigüedad o por moda las mujeres han modificado sus
aspiraciones gracias a la sociedad, existe gran cantidad de mujeres que denigra
el género con acciones que en vez de volverlas seres independientes las vuelven
más dependientes de lo que creen. Pero conozco, y sé de una gran parte de ese
50.3% de mujeres venezolanas que luchan por ser independientes, se esfuerzan
por sus sueños, trabajan por surgir y se ganan reconocimientos por su propio
sudor. Una pareja, un hijo, una familia pueden ser grandes razones para
abandonas nuestros sueños y realizar otros deberes, pero por ser tan grandes
estas razones lo que deben darnos es más fuerza y más ganas de lograr lo que
nos proponemos, pero desde el principio debemos aspirar a lograr muchas cosas,
a ser reconocidas por lo que tenemos en nuestra cabeza y nuestro corazón y no
por los cc que tenemos en el pecho ni los cm de nuestros tacones.
Por eso y mucho más, la mayoría de las
mujeres de este país es admirable, y admiro aún más a las mujeres que se
esfuerzan todos los días por soñar, por prepararse, por amar, por salir
adelante pese a todo y por estar bellas no solo para los demás, sino para sí
mismas y enamorarse cada día de esa imagen que muestra el espejo, ya que la
única relación que va a durar toda la vida y no nos va a decepcionar nunca, es
la que tenemos con nosotras mismas.
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